Desde el tercer piso de un humilde edificio, se vio correr una maleta en dirección a territorio desconocido. De la zona donde Guaicaipuro emergió su grito de nobleza, a las áridas zonas, donde los incas soñaron con tocar el sol. Él jugó fútbol y la pelota es un balón, así que representa al universo y en tal sentido, todos somos ciudadanos planetarios. Su papá es nada menos que Vicente Vega, su hermano se llama Renny Vega y él, es René, un catedrático del balompié que forma jugadores.
Fue en 2018 cuando tomó decidió cambiar de país, pero siempre teniendo en cuenta que el color vinotinto se mudaría de zona, aunque jamás de corazón. Añorar significa querer, pero fue esa misma querencia lo que le motivó a entregarse a máximo dar. Fue entonces cuando inició labores en la Academia Deportiva Cantolao, una de las más populares en todo territorio peruano, sacando provecho de dicha oportunidad.
“Cada experiencia vivida con los niños significa algo enriquecedor, porque además de tener el placer de enseñar, también aprendo. En todo momento me estoy actualizando, para darles lo mejor de mí y que eso se materialice en resultados”, dijo. En Venezuela, obtuvo el título de Licenciado en Educación Física, para posteriormente continuar aprendiendo en cualquier lugar donde dice presente.
Fue avanzando, como siempre lo ha hecho, continuando su camino en dirección a la excelencia, asumiendo los retos de un tipo cuyo proyecto es convertirse en formador por excelencia, sabiendo que el futbolista se trabaja desde los cimientos, cuando cada aprendizaje significa un paso clave.
“En Perú me han abierto puertas e incluso, hasta tuve propuestas para trabajar en un equipo reserva, pero por temas económicos dejé pasar esa oportunidad. Hoy, tenemos una academia llamada Rvega Sports, en la que contamos con gente preparada, que ama el fútbol y cada día vamos creciendo más”, aseveró el profesor.
Desde la distancia, Vega siempre recuerda sus inicios, sabe lo importante que representa dignificar un apellido que mucho pesa en el país y no se olvida de aquellos quienes sus puertas le abrieron. No descarta en algún momento regresar, pero por ahora, sus prioridades pasan por afianzarse aún más lejos de casa.
“Mi mamá nunca ha dejado de darme consejos, de estar ahí para mí, quererme y demostrarme su amor incondicional, al igual que mi padre, hermanas y hermano. Para ellos, todo lo mejor siempre”, expresó con tono que deja claro lo que siente hacia sus más importantes afectos, como todo hombre de bien.
Vega está triunfando, creciendo, dejando en alto al nombre de Venezuela en el desarrollo de una labor cuya premisa no es otra que trascender más allá de cualquier frontera. Es un profesional a carta cabal y un ser que nunca se ha rendido.